19 septiembre, 2024

TVUPRESS

Universidad Autónoma Juan Misael Saracho

Autonomía olvidada, debate de actualidad

Once años pasaron desde el referéndum  del estatuto autonómico de Tarija y diez años desde el inicio de la era autonómica, hoy es importante hablar de autonomía, en primer lugar porque pese a vivir en un régimen autonómico conocemos muy poco o incluso desconocemos nuestras normas departamentales, como las competencias e implicancias de la autonomía, pues en los hechos de todo el periodo de la gestión 2015 – 2020 poco o nada se mencionó del tema y mas bien se lo puso como un tema zanjado, pero en realidad es un tema estructural que aqueja a la administración departamental y la distribución del poder.

Este modelo hoy se encuentra al frente de un posible colapso habiendo dejado en el camino evidentes y distintas crisis que observamos en estos 10 años, entonces es bueno generar algunas preguntas al respecto: ¿Qué ocurrió? – ¿Qué falló? – ¿Qué significó el proceso autonómico?. Y una más personal ¿Con que visión lee hoy la juventud las autonomías?

Estas preguntas son difíciles de tocar en un año electoral, pero es importante interpelar a los actores, a la época y al mismo estado respecto a lo que significó y significa hoy “autonomía” y a partir de ello poder generar una nueva hoja de ruta en post de rencaminar adecuadamente el modelo o descartarlo definitivamente.

Diremos en principio que la concepción de “autonomía” tiene un relieve regionalista, esta apropiación y fetichización del otro, fue la forma del movimiento y manipulación de masas del momento con la visibilización de una posibilidad de autodeterminación de parte de una casta política enquistada históricamente en el estado, arrinconada por la historia principalmente por entonces en la prefectura del Departamento.

El relieve regionalista tuvo varios defectos de fábrica, pues invisibiliza la heterogeneidad del pueblo de Tarija, ese “tarijeñismo” homogéneo hecho a gusto y semejanza de la élite señorial, no contempla a otros actores que serían reconocidos como sujetos con capacidad política y de administración de poder territorial y de mayor peso demográfico, el pueblo campesino, pueblos indígenas, las identidades regionales, como también excluyó a una alta tasa de migrantes entre otros. Esa concepción de lo “bueno” y acepado y lo “malo” rechazado anula de hecho la posibilidad de “ser”, condenándolos como explicaría Boaventura de Sousa Santos a ser el “otro” y así dejar de existir y de ser considerados ciudadanos con plenitud de derechos en esa lógica de lo “tarijeño” excluyéndolos también de ser parte de este momento constitutivo. Pero además el rol que jugarían los medios de comunicación para descalificar a cualquiera que, de una opinión diferente, muestra ese poder hegemónico que tiene esa clase señorial para imponer y vender eficientemente su proyecto.

Es así que el proyecto autonomista pierde la legitimidad constitutiva de convertirse en una verdadera posibilidad estatal departamental, pues al excluir sistemáticamente a uno o varios sectores de la población, quitó una posibilidad de apropiación por parte de estos grupos del proyecto autonomista de clase que nacía por entonces.

De las grandes dificultades de visión y horizonte de la autonomía, fue la concepción burocrática dentro del mismo estatuto pues las subgobernaciones, asamblea departamental en gran medida representan, el aumento de la burocracia y la menor eficiencia e inversión de los recursos económicos a favor del departamento, pues la concepción al momento de la redacción del estatuto autonómico se basó en la premisa de qué la palabra excedente significa desarrollo y la experiencia de la ciudad de Potosí o de los monstruos petroleros en la actualidad demuestran lo contrario y Tarija hoy siendo el departamento qué posee mayor economía en el país, es el departamento con mayor desempleo y de tener un “Boom” inmobiliario especulativo causado entre otros factores enorme cantidad de excedente económico y por las importantes tasas de migración a encontrarse en un proceso de absoluta devaluación y despoblamiento.

Esta fórmula de excedente ilimitado, más el gasto sin restricciones sigue vigente y acentuado en el departamento, pues desde la caída del partido “Camino al Cambio” como fuerza hegemónica en el departamento, la fragmentación de los grupos de poder en las regiones y municipios del departamento fue diverso y con esto el interés en aumentar la burocracia y la inversión. Sin embargo el modelo no cambia y aunque en lo real disminuyó la cantidad de recursos económicos que ingresan al departamento, el modelo de gasto público no cambió, un excedente limitado no va de la mano con un gasto sin restricciones, los prestamos por parte de la gobernación y municipios son muestra de esa imposibilidad de superación de aquella formula.

Otro problema “autonómico” es la hiperrepresentatividad por parte de la Asamblea Legislativa y de las autoridades ejecutivas que recuerdan a la población y que fueron elegidos en ese régimen autonómico y en elecciones, la toma de decisiones lejos de la población, y la toma de decisiones cuestionadas por las localidades generan en la realidad la deslegitimación de una parte importante del sistema autonómico, porque si antes la excusa fue que las decisiones se las tomaba en La Paz sin consultar alguna, hoy podemos decir que las decisiones se las toma en la plaza principal y sin consultar a nadie; de igual manera, (tanto en el nivel ejecutivo como el legislativo) este excesivo centralismo fruto de esta hiper representatividad genera muchos de los problemas de actualidad como el problema de la redistribución de regalías para  la provincia O’connor y Arce, en todo caso las alternativas como el Pacto Fiscal Departamental son parches de un problema estructural, sencillamente porque la forma de aplicar las decisiones en el departamento son a través de la fuerza de la norma y no así apelando al consenso y a la aplicación de mayor democracia y participación con transparencia, aunque hoy por la coyuntura electoral lo profesen.

En el caso de la juventud y ante estas crisis propias del modelo a causa de esa ausencia de sociedad en su momento constitutivo y la pérdida del discurso radical de identidad regional como aglutinante y disparador de un discurso radical por parte de la élite, pone en entretelón la supervivencia real del modelo, pues mientras los creadores del modelo que oscilan alrededor de los 50 y 60 años empiezan a relegarse de la vida política y burocrática, los jóvenes empiezan a ocupar más espacios, la realidad es que los que hoy tienen 30 años de edad, hace 11 años atrás tenían solamente 19 y los más jóvenes que hoy tienen 18 años de edad tenían solamente 7 años, sin una campaña efectiva de comunicación y tras una serie de procesos de deslegitimación de los espacios públicos. El  modelo perderá mayor espacio de ser una posibilidad (que concebida tal cual está en la actualidad es un punto a favor de la población). Las formas en las que se mueve el discurso y convoca a las nuevas generaciones hoy son distintas, se encuentra el medio ambiente, los animales o la transparencia, además de modificarse las formas de comunicación e interacción a partir de las redes sociales. Desde esa óptica se dirá mejor que el sistema no cumple las expectativas actuales de esas generaciones que irrumpen en la vida política departamental; es más, el   rol de las universidades para brindar una educación de acuerdo a las necesidades del epartamento y el país se ve relegado con la indiferencia de esa nueva generación.

El modelo autonómico que ya tiene signos de agotamiento deberá ser cambiado bajo un nuevo pacto social departamental que visibilice un nuevo horizonte de época, juntos de la mano sin protagonistas ni antagonistas con mentalidad incluyente y sin restricciones.

Por: Ariel Camacho V.